Baloncesto

NUEVA YORK -- Lo último que necesitan los Cleveland Cavaliers y sus fans es un drama con su jugador de franquicia y su futuro. Pero eso está empezando a parecer inevitable conKyrie Irving, quien seguramente se verá envuelto en rumores durante al menos los próximos seis meses.

El jueves, Chad Ford de ESPN.com mencionó en un chat que Irving le ha dicho a la gente en privado que quiere salir de Cleveland. Esto fue una noticia significativa, sobre todo en Cleveland, pero era sólo una cuestión de tiempo que los rumores se hicieran públicos.

Desde hace tiempo que se corren rumores entre los ejecutivos de la liga, los agentes, e incluso los jugadores sobre la infelicidad de Irving. Él les ha restado importancia a los mismos y volvió a hacerlo tras la contundente derrota de los Cavs ante los New York Knicksel jueves cuando dijo: "Estoy bastante seguro de que voy a estar aquí por mucho tiempo".

Pero eso no va a detener nada.

Las negaciones a medias de Irving -- "Estoy en Cleveland ahora", dijo por segunda vez en el último año para tratar de frenar los rumores -- no son tan fuertes como lo que se viene diciendo en la liga sobre la mentalidad de Irving.

Irving está llegando a un punto crucial y él y su sistema de apoyo lo saben. Este verano los Cavs podrían ofrecerle una extensión de contrato. De aquí hasta entonces Irving tendrá la mayor influencia que ha tenido en su carrera. Y parece que tiene la intención de usarla.

He aquí por qué y cómo.

Los Cavs tienen fichado a Irving hasta la campaña 2014-15 inclusive, y como entonces se convertiría en agente libre restringido, el equipo controla sus derechos al menos hasta la conclusión de la campaña '15-16. Pero esto es engañoso, ya que el futuro de Irving probablemente se determinará este verano debido a algo que dueño del equipo, Dan Gilbert, prometió en el 2012. Gilbert dijo que aprendió una importante lección en el 2010, cuando perdió a LeBron James, y es que nunca hay que dejar que tu jugador de franquicia llegue a la agencia libre. Él mismo lo dijo.

"La clave, quien quiera que seas y donde quiera que estés, es que no se puede esperar", dijo Gilbert antes de la temporada pasada. "La gran lección fue que si un jugador no está dispuesto a extender, sin importar quién sea, sin importar dónde esté jugando, sin importar qué clase de temporada hayas tenido, no puedes correr el riesgo de llegar al verano y que se vaya".

Parece probable que los Cavs le ofrezcan a Irving un contrato este verano que entraría en vigencia en el 2015. Probablemente será un contrato máximo, ya que los All-Stars como Irving son pocos y valen. Si Irving lo acepta, el equipo probablemente pasará a controlarlo durante los próximos seis años.

Si Irving no lo firma, bueno, Gilbert lo dijo todo. Sin importar quién sea... no puedes esperar.

Incluso con la agencia libre restringida en la que los Cavs tendrían el derecho de igualar ofertas, si Irving no firma la extensión, el equipo se vería extremadamente presionado a actuar, ya que sería un voto de no confianza.

¿Sería esto una maniobra arriesgada para Irving, quien ha tenido problemas de lesiones en su carrera? Por supuesto. ¿Perjudicaría su excelente reputación entre los fans, quienes acaban de votarlo como titular en el Juego de las Estrellas? Probablemente. ¿Realmente lo haría? Todo depende de cuán molesto esté con su situación actual. Y no se ve muy contento cuando está jugando.

No necesitas tener información interna, sólo tienes que leer la conducta de Irving este último tiempo. Justo cuando se esperaba que diera el salto de tercer año que tantas estrellas han dado antes que él, Irving parece haber jugado gran parte de la temporada con el ceño fruncido. Sus estadísticas se han reducido, pero lo más preocupante es que su nivel de esfuerzo y liderazgo han sido inconsistentes, por decir lo menos.

Esto parece ser un producto de su creciente descontento con el entrenador Mike Brown, con quien no ha logrado ninguna química. Irving no está contento con la forma en Brown dirige la ofensiva y Brown no está contento con que el interés de Irving en defensa se haya erosionado de forma masiva en las últimas semanas.

Mientras tanto, la compatibilidad de Irving dentro y fuera de la cancha con Dion Waiters, el jugador que fue seleccionado en el draft 2012 para convertirse en su socio perimetral, es prácticamente inexistente. Este malestar, combinado con la gran decepción que ha resultado ser el pick global nro. 1 Anthony Bennett, tiene a Irving preguntándose si el gerente general Chris Grant ha construido el mejor equipo a su alrededor.

Con esta decisión de contrato en el futuro próximo, hay razones para creer que Irving podría tratar de forzar cambios. Las normas favorecen a los Cavs en lo que hace a su permanencia, pero el jugador está en condiciones de dictar algunos de los términos. Eso hace que sea difícil predecir en qué terminará todo esto.

Obviamente, esto funciona en ambos sentidos, y los Cavs no han estado exactamente entusiasmados con lo que han visto de Irving durante los últimos meses. Por momentos ha actuado tal como un jugador de 21 años. Y aunque no esté encantado con Brown, el entrenador de los Cavs debe haberse quedado pasmado con los períodos en los que Irving acaparaba el balón y por su falta de interés en hacer un esfuerzo defensivo. Este tipo de comportamiento de tu mejor jugador puede socavar a cualquier equipo.

El talento de Irving es innegable. Antes de comenzar la temporada, NBA.com encuestó a los gerentes generales de la liga y les preguntó con qué jugador les gustaría iniciar una franquicia. Tres jugadores recibieron votos: LeBron James, Kevin Durant y Kyrie Irving. NoPaul George, ni Stephen Curry, ni Anthony Davis. Durante las prácticas del Team USA el verano pasado, Irving cautivó a los observadores entre sus compañeros con sus habilidades. Se destaca entre los más destacados.

Un jugador como él, en su tercera temporada, y con algunos veteranos como Luol Deng yAnderson Varejao en su equipo, no debería tener una marca de 16-30. Y ahí está el problema. A pesar de todo ese talento, los resultados no han estado a la altura. Los Cavs podrían estar preguntándose si Irving vale la pena una inversión de $80 millones, sobre todo si va a ser semejante fastidio y podría no generar el éxito para el que parecía destinado.

Todo esto es seguido de cerca por los equipos de la liga mientras evalúan sus oportunidades, ya que el desarrollo de esta situación se está tornando impredecible.

Cuando David Stern, comisionado de la NBA, se preparaba para tomar las riendas de manos de su predecesor Larry O'Brien, la Liga estaba sumida en conflictos graves de adicciones a drogas y racismo.

Leyendas dentro de la cancha como John Drew y Eddie 'Fast Eddie' Johnson sucumbían ante los problemas de estupefacientes, escupiendo carreras potencialmente maravillosas a causa de un flagelo que parecía ser moneda corriente en aquellos años. El racismo tampoco se quedaba atrás; eran tiempos en que toda diferencia era vista como una amenaza, el surgimiento de la otredad como foco de conflicto.

Stern detectó el problema, analizó las causas y encontró la solución desarrollando políticas de prevención, atacando los focos de conflicto con medidas ejemplificadoras y recibiendo ayuda de los máximos mandatarios estatales cuando los necesitó.

Pero quizás el verdadero cambio que propuso Stern tuvo que ver con la mercadotecnia. Y en una época en la que Magic Johnson y Larry Bird surgían como íconos de una liga que empezaba a mirar al mundo, el comisionado de la NBA comprendió que las estrellas eran las que potenciaban los negocios. "Te seré sincero, antes de que Stern sea comisionado de la Liga, pensaba que el Juego de las Estrellas era un puñado de basura", señala Bird en el libro "When the game was ours" de Jackie MacMullan.

El individualismo como modus operandi sirvió para potenciar el producto a escalas estratosféricas. La Liga que regalaba entradas para los All-Star Game, que no sabía cómo vender una taza, empezaba a desarrollar sus conceptos comunicacionales y de mercadotecnia a escala masiva.

La venta de camisetas surgió como una consecuencia de Bird y Magic. Los contratos televisivos se multiplicaron de manera geométrica y se empezó a hablar de producto global. Años después,Michael Jordan fue el ícono célebre del concepto de jugador-referente, cuyo puntapie inicial se dio con Julius Erving: más allá del talento desafiante, todos querían ser el número 23. El producto había llegado al pedestal perfecto que se había propuesto.

El básquetbol de los héroes, el concepto del mito deportivo, había encontrado la pieza perfecta para que el rompecabezas sea completo.

Con el tiempo, surgieron nuevos íconos que alimentaron el estómago de una Liga que necesitaba de esta clase de atletas. Kobe Bryant, Tracy McGrady, Allen Iverson. La lista es infinita. Anotar de manera excesiva fue sinónimo de obtener reconocimiento: lo divertido, lo seductor, lo vendible fue centrarse en uno para todos.

Jamás en todos para uno.

En la actualidad, el básquetbol encuentra el éxito deportivo en el desarrollo grupal y el éxito comercial en el desarrollo individual. Carmelo Anthony anotó 62 puntos para los Knicks ante los Bobcats y quebró la marca histórica en el Madison Square Garden, despertando suspiros de todos sus fanáticos. Kevin Durant, sin Russell Westbrook en la rotación del Thunder, almacena once partidos en fila con 30 puntos o más, la máxima racha desde que McGrady tuvo 14 en fila en la temporada 2002-03.

Todos los premios de la NBA, a excepción del título de campeonato, apuntan al mérito individual. Jugador más valioso, Jugador de mayor progreso, Sexto hombre, mejor defensor, etc. Los quintetos ideales también están conformados por distinciones individuales. Las elecciones All-Star, obviamente, no son excepción.

Anotar compulsivamente es la tentación más frecuente para esta clase de talentos. Lo hacen con facilidad y los medios de comunicación se desviven ante cada uno de sus avances grotescos. Sin embargo, esta clase de méritos duran poco y conducen a una obstinación compulsiva en el plano deportivo. Una exacerbación de la enfermedad, una exageración de su propia capacidad que conduce, inevitablemente, a la autodestrucción. Primero del jugador -por lesión o por agotamiento- y luego de su equipo, que transforma una obra ágil en un monólogo tan divertido como peligroso.

LeBron James aprendió a jugar al básquetbol (literalmente) a las órdenes de Erik Spoelstra. Y lo consiguió tras sucumbir varias veces antes de llegar al éxito. Hizo del negocio inicial de la Liga su propio negocio: dejó de ser un anotador dependiente del talento para transformarse en un catalizador de sus compañeros. Mejoró él cuando mejoró lo que estaba alrededor. La tranquilidad del éxito le permitió descansar sus artilugios en sus compañeros, para evitar las dependencias extremas. Pasó de hacer sólo una cosa a hacerlas todas: no es lo que se registra en las estadísticas sino lo que los números esquivan. Mientras James juegue al básquetbol de la manera que lo está haciendo, siempre será el más valioso.

Y eso va más allá de cualquier premio que otorguen los especialistas de turno.

Anotar compulsivamente no es sinónimo de ser mejor. Por supuesto, los "go-to guys" son los que cortan tickets, pero no necesariamente los que ganan campeonatos. Los torneos son largos y el desgaste excesivo es problemático: el jugador híbrido, cualidad que comparten LeBron, Melo y KD, debe ser la puerta de entrada hacia el resto. Un medio hacia algo mejor, no un fin en sí mismo.

"Pienso que el equipo está primero. Me permite tener éxito, le permite a mi equipo tener éxito", dijo alguna vez James.

En el cierre del legado de Stern, el modelo deportivo de la Liga empuja hacia el trabajo grupal. Spurs, Pacers, Blazers, Heat, y en menor medida Thunder, son ejemplos de esto. El marketing global por ahora hace oídos sordos a lo inevitable, porque el cambio ya se ha producido.

La exacerbación de la enfermedad nos quiere convencer, noche a noche, de lo contrario.

Píldora roja o píldora azul. Cada uno es libre de elegir entre la realidad o un mundo de fantasía.